1 mar 2012

La noche de los recuerdos II


Del diario de Cassandra Rattengift, extracto nº27(II):

Es casi impensable el mundo desde mis ojos si me falta el aire que me dan ellos. Casi estúpido imaginar Chicago vacía, gris, hueca. Carente de todo aquello que alguna vez la dotó de sentido.

La ciudad sin vida, sin no-vida. La ciudad sin Debby.

La usencia de aquella que atacando con hosquedad pretende defenderse… Defenderse de todo. La ausencia de aquella que sin saber tu nombre, ni tu clan, ni tu edad, te coge en sus brazos y te pone a salvo. Aquella de la que conseguir un abrazo resulta mi mayor logro. La mujer de mirada rasgada y gestos bruscos… La niña perdida y sola que intenta esconderse tras una armadura de espinos.

Desde luego, esto resultará insoportable para cualquier persona medianamente fría. Pero creed cuando os digo que la angustia que hoy atenaza mi corazón es la mayor que he sentido nunca. Pienso en mi ciudad, saco a Nina y a Little de ella… Y se queda coja.

La una por los recuerdos que me trae de mi propia juventud. La rebeldía sana, los buenos sentimientos ocultos bajo la pátina de férrea realidad. El indomable ímpetu de los años imberbes, el solsticio de la infancia de la forma más contundente. El deseo de cambiar cosas que uno ni siquiera controla…

Y el otro por albergar el corazón puro y llano. Por resultar recalcitrantemente comprensivo y dulce, aun sin darse cuenta. Por poseer la calma que tanta falta me hace. Por intentar, pese a todo, transmitir algo de lo que cree no sentir. El niño que jamás sintió miedo, ni angustia, ni inseguridad… El mismo que reconoce que posiblemente el amor no sea para él… El compañero que se ganó mi respeto y mi cariño en dos días. Aquel cuya incondicional entrega traspasa los límites de mi propia sospecha…

Ay, señor. ¡Qué pesada es la carga que el miedo le procura a mis hombros! ¡Cómo arranca lo mejor y lo peor de mí! Siento la rigidez en los músculos. La tensión en estos dedos que ahora escriben. El sabor amargo del pánico… Tengo tanto que proteger… Y ni siquiera sé cómo hacerlo…

Pero no importa. Abandonar ni siquiera es una opción. La huida ni siquiera un parámetro útil. Me siento la X de una gran ecuación… La clave de todo no me la van a dar fuera. Me la tendré que dar yo misma. Mientras las noches se deslizan bajo mis manos, mi cabeza, fragua incontrolable, rabia de ideas. Saldremos de esta. Saldremos todos. O caeré la primera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario