25 feb 2012

La noche de los recuerdos


Del diario de Cassandra Rattengift, extracto nº27(I):

Después de ochenta años, entre vida y muerte, una descubre que hay tantas noches como personas en este mundo y en algún que otro. La ley que rige el tiempo que te tocará vivir es tan laxa como firme. Imprevisible, intangible… Oscura.

Hace dos días me planteé suicidarme… Hoy no sé si llorar de miedo o de alegría. Lo único que tengo claro es que el camino a seguir a partir de aquí será cada vez más duro.

Siento que la cabeza me va a explotar… Siento el corazón golpeando y convulsionándose. Desea escapar del pecho.

Hoy ha sido una de esas noches en las que sientes el latigazo de un cortocircuito en la cabeza. Me he desconectado. He dejado de funcionar. La señorita Rattengift se encuentra apagada o fuera de cobertura, inténtelo más tarde.

Yo no sé mucho de casi nada, decía mi madre. Lo he heredado. Lo único que puedo decir que conozco al 100% es el miedo. A fuerza de sufrirlo me he hecho técnica superior en miedo, temor, pánico, incertidumbre…

Sé el momento exacto en el que se forma el miedo y el instante mágico en el que desaparece. Esta noche he despertado con miedo. Con el miedo frío que te golpea la piel y casi te machaca los huesos. Dentro de ocho meses quizás ya no esté aquí. Puede que esta sea la última página que escriba… Pero eso no me preocupa. No me importa desaparecer de este mundo, puesto que nada aporto, nada lego.

Sin embargo, si de verdad existe el amor. No el amor cortés, no el amor de padres, no ese amor mundano de amigos… Me refiero al Amor. Con mayúsculas. El amor que impulsa al bombero a entrar bajo escombros para salvar a un desconocido… Si eso existe, lo siento.

Y lo siento tan hondo y tan fuerte que ha acabado por poseerme. No se sostiene en mi mente un mundo sin mi Troy, mi grandullón, ese hombre que sin una sola sonrisa consigue alegrarte la noche. El inmutable, el incorruptible Troy. Mi enorme Troy. Si algo le pasa, no sé qué será de mí.

Del mismo modo que no tendría sentido un mundo sin Martos. A veces me pregunto qué esconderá detrás de tanta armadura y tanto cascarón… Estoy segura de que hay algo, debe haberlo. Porque si no existiera ese algo… Bueno, no habría sufrido lo que le vi sufrir cuando supo que no podría sacar a aquel chaval completamente desconocido de la cárcel. Debe haber algo… De lo contrario, ¿qué me habría impulsado a subir a aquella suite a ganar tiempo? La certeza de que un mundo sin Martos no sería un buen mundo, sin duda.

Parecerá una tontería, pero la sola idea de un Chicago sin Asderel O’Connor… Dios mío, pobre y desgraciada Chicago, lloras la sangre del hijo al que nunca cuidaste… El que siempre estuvo ahí. Noble, dulce, sencillo. Sin mentiras, sin dobles fondos. Irónicamente, sin trucos, sin trampas… Nada de ilusiones. Lo que ves es lo que hay. El chiquillo leal, el más humilde de todos. El hombre que más veces recibió tu rechazo. El que te salvó. ¿Qué de ti sin él, Chicago nuestra? Arrástrate y reza por su vida… Le debes la tuya.

1 comentario:

  1. Sé que el dibujo es del paladín, no de Martos. Pero no había chibi del abogado (alguien debe apuntarlo en tareas pendientes) y cuando lo he visto he dicho: en realidad, se parece mucho al actor... Valdrá xD

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