8 mar 2012

Binomio


Del diario de Cassandra Rattengift, extracto nº 28:

Acabo de abrir los ojos. La rubia sigue dormida. Parece un ángel. Por mucho que yo sepa que es peor que un demonio.

No paro de plantearme esta absurda dualidad del ser.

“Ojalá existieran personas malvadas cometiendo insidiosas acciones malvadas en algún lugar, y sólo fuera necesario apartarlas del resto y eliminarlas. Pero la línea que separa el bien del mal es muy fina y atraviesa el corazón de cada uno… ¿Y quién está dispuesto a destruir un trozo de su propio corazón?”

He llamado a esta página “binomio”, precisamente por la disección que supone… ¿A quién quiero engañar? En realidad, la he llamado así porque me siento partida en dos.

En este preciso instante sé con exactitud lo que sienten esos cantautores manidos y trillados cuando componen estúpidas canciones y baladas (de dudosa calidad literaria, me permito añadir) de desamor y corazones rotos.

La diferencia, además de la elegancia en el uso del idioma, evidentemente, es que el mío no está deshecho… Sino dividido.

Soy el eje de una balanza romana.

Vivo atrapada entre la ignorancia y la soberbia.

Lo peor, es que sé que la culpa es mía.

No es que no quiera decidir… Es que no puedo hacerlo. A una la necesito, a la otra le hago falta…

Es que una me atrapa, me envuelve y mi cabeza deja de funcionar. Es la seguridad, lo innegable. La tranquilidad de no tener que fingir… Al menos no de puertas para adentro.

La otra me ilusiona. Me vende aquello de lo que hace mucho me olvidé. Es el lado inocente del amor. Es la chica que quiere pasear de la mano y llevarme a cenar. Es la que no tiene ni idea de mí. No sabe quién soy. No quiere saberlo.

Por un lado la condenada, a la que ya no puedo traerle ningún tipo de desdicha, tan maldita como yo. Por otro la humana, a la que temo donarle mis propios males. No deseo traspasarle una eternidad de miseria.

Del blanco al negro todas las noches. De la calma a la euforia. Del amor al miedo. Se pasan los días, tengo que decidir. Entre la tierra y el infierno… No hay lugar para el cielo en estos tiempos. La espada de Damocles pende sobre mi cabeza. Debo actuar.

Cassandra Rattengift

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