4 feb 2012

(Del diario de Asderel O'Connor. Entrada duodécima.)

Hoy he aprendido algo.

He aprendido que dentro de cada hombre hay luz y oscuridad, bondad y miseria. Que los grises conviven con los claroscuros, dentro de cada ser. Tal vez por ello me siento más humano, y más inhumano que nunca.


He descubierto que nunca estuve solo. Que mi mentor era mi progenitor, que quienes rigen ya lo sabían.
Mi sire. Un hombre digno, más de admiración que de menosprecio que me abrazó, no por amor, sino por convicciones. Soy una lección impartida a un pupilo, soy la oportunidad otorgada a un mortal.
Mi sire, un hombre que cometió imprudencias, tomó sus decisiones, y ahora sufre las consecuencias de sus actos. Mas no puedo decir que no tuviera corazón.

He conocido a Ricard, quien me llevó a esto. Lo he odiado tantas noches en silencio, antes y después de mi oscuro despertar... ¿Cuantas veces habré jurado cobrarme su no-vida? Morrigan sabrá cuantas. La venganza omnipresente en mis pensamientos, clara como el agua de manatial hasta esta noche, se ha disuelto en volutas de humo. Estacarle, despellejarlo con un cuchillo de hierro salado, bautizarlo con el aguardiente de mi tierra natal y las llamas primordiales del Muspelheim... ¿Para qué?
Ricard no acabó con Nerea definitivamente. No la tiene. Y yo tengo su palabra de que si vuelve a sus manos, la liberará.
Por extraño que parezca, confío en su promesa. Ricard es un ser despreciable, pero nunca lo odié tanto como para hacer de su muerte el fin último de mi no-vida. Y ahora, parte de ese odio se ha transformado en lástima.

No sólo he sabido de la historia de Marius hoy. Marc me ha contado la suya.
Un hombre que ha sufrido mucho y ha salido adelante. Un ejemplo de cómo la injusticia puede cebarse sobre alguien, inmisericorde. Y de cómo salir adelante, aunque el fango tire de tus pies. Un hombre que ha llevado muchas cargas a su espalda, y las ha soportado. Un hombre cuyo error, ser iluso, no me es desconocido. Ese error le ha costado muchísimo, y aún está afrontando la deuda.
Desperté al anochecer deseando arrancarle la cabeza. Cuando acabó la reunión, me sentí miserable por haberle gritado, en mi desesperación. Todos cometemos errores... pero nuestros errores a menudo son fatales para los que nos rodean.

Demiurgo... ¿Acaso lo conozco para juzgarle? Hasta donde sé, podría haberse llevado a Nerea para curarla, para revertir su aspecto. O para devorar su alma, no lo sé. Tal vez coleccione gárgolas.

Tengo que encontrarle, a él y a Nerea. Y no puedo hacerlo. La impotencia me abrasa más que cuando Marius hizo hervir la vitae dentro de mis venas. Siempre fuí un impaciente, siempre. Tal vez por esa facilidad mía para aprenderlo todo a la primera. Estar a la espera es lo más difícil para mí en el mundo.
Pero si algo me sobra, es voluntad. Aguantaré la espera.

Paciencia, Asderel. Paciencia.
Ahora eres un Tremere.

1 comentario:

  1. vaya vaya vaya, el pequeñin se ha graduado

    bienvenido a la piramide tremere, ya verás como terminas diciendo que ojala fueras un caitiff xDDDD

    ResponderEliminar