16 ene 2012





(Del diario de Asderel O'Connor. Entrada decimoprimera.)

Por segunda vez me la han arrebatado... frente a mis narices.
Eric dice que no viva del pasado. El inconveniente es que ya no vivo.

Es gracioso. Aquí, en el suelo de unas instalaciones olvidadas por los brujos, durmiendo rodeado de juguetes vivientes, con un horror inimaginable encerrado en una sala contigua y junto a un loco que pretende ser el chiquillo de esa cosa, un Caitiff se siente a salvo... salvo de los recuerdos. Esa sala vacía, esa prisión de la que quería sacarla... Ya no está prisionera ahí. ¿Contento, Asderel? ¿Contento?
...
No vivo del pasado. Ahora mismo nada podría importarme menos que los Tremere y sus jueguecitos. La venganza sólo es un mal sustituto para cuando no hay esperanza, así como la ley es el placebo para quien ha renunciado a la justicia.
Aún queda esperanza, pero si se va, ¿A qué dedicaré mis noches? ¿A la justicia? ¿A la venganza?
Cuando haya impartido justicia, cuando me haya cobrado venganza ¿Qué me saciará?
¿Me haré más poderoso para proteger lo que ya no puedo alcanzar?
Tal vez existiré mil y una noches, prorrogando el final del acto. Tal vez hasta dar un golpe maestro, el grand finale que cierre el telón.
Y entonces, mi única esperanza será vivir lo suficiente para ver un nuevo amanecer.

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